viernes, 13 de octubre de 2006

Crónicas Viajeras: Namibia

Nuestros amigos Pilar y Ricardo nos cuentan la segunda parte de su viaje por el sur de Africa.

2ª PARTE: NAMIBIA. DESIERTO DEL NAMIB: Sossusvlei. SWAKOPMUND

Iniciamos el viaje hacia Namibia un grupo internacional de dieciocho personas. Italia, Estados Unidos, Austria, Inglaterra, Australia, Suiza, Argentina, y España, son las nacionalidades integrantes del mismo. Nuestro chófer-guía, sudafricano, y nuestra cocinera, de Namibia, completan el grupo. El camión (fundamental) me asemeja a un tanque aunque de color blanco. Está habilitado perfectamente, por dentro y por fuera, para este viaje de 6.073 KM que durante veinte días nos va a trasladar a través de cuatro países: Sudáfrica, Namibia, Botswana y Zimbabwe.
Partimos de Ciudad del Cabo, con las todas las expectativas e ilusiones por delante. Hasta el día siguiente no cruzaremos la frontera con Namibia. Mientras esto sucede, vamos atravesando el paisaje sudafricano por zonas rurales dedicadas a viñedos, y asimismo a árboles frutales de cítricos. Sudáfrica es principal exportador de vinos, la industria bodeguera de Sudáfrica genera anualmente más de 2.000 millones de euros, con productos que nacen fundamentalmente en los viñedos del sur del país, donde la tradición vinícola se remonta a las primeras cosechas de 1865.
Durante el "apartheid", los negros tenían restricciones para la compraventa de licores y no podían entrar en la industria vinícola. Sólo a partir de 1962 los negros pudieron comprar alcohol en tiendas de los blancos. En la comunidad negra todavía es un tabú compartir una botella de vino con la familia.
Participamos en una cata de vinos en una bodega de la zona, que me hace evocar los vinos del Somontano, y como no, los de la Rioja. El paisaje que se va sucediendo en esta zona llama nuestra atención por la cantidad de flores que integran el mismo. Miles de flores, de color, amarillo, naranja y fucsia, conforman una panorámica colorista y singular.
Nos cuesta un buen rato pasar la frontera con Namibia. El "careto" de los aduaneros hace que nadie se atreva a gastar una mínima broma. Objetivo cumplido, llegamos hasta la orilla del río Gariep donde nos alojaremos esa noche. A la mañana siguiente, algunos por medio de canoas bajan por el curso del río en una excursión placentera. Otros leen o pasean por sus orillas disfrutando del relax.
Temprano por la mañana nos dirigimos hacia el Cañón del río Fish, situado cerca de Keetmanshopp. Es la estructura geológica más espectacular de Namibia. Las panorámicas sin impresionantes. La profundidad del cañón de más de 500 metros se hace notar. Llegamos cuando va a amanecer, y el sol poco a poco se va levantado a medida que lo vamos recorriendo. Después del Cañón del Colorado (EE.UU.), éste es el segundo mayor del mundo. Después de milenios este es el resultado de una combinación entre las fuerzas telúricas y la acción de las aguas del río Fisch. A lo largo del borde del precipicio, hay varios miradores donde los estorninos de ojos rojos nos observan mientras lo sobre vuelan.
Seguimos carretera y nos dirigimos hacia el bosque de los Kokerboom o árbol del carcaj cerca de Keetmanshoop. Este árbol es una especie de aloe que suele crecer aislado, pero en esta zona se ha formado un bosque integrado por más de 250 árboles, que crecen entre afloramientos rocosos basálticos. Este árbol solo crece en las zonas áridas de Namibia. Antiguamente la tribu de los San utilizaban sus ramas para construir el carcaj donde llevaban sus flechas. Es muy resistente a la sequía, alzándose vigilante sobre las zonas yermas y rocosas de la meseta del Harveld. Vemos que los hay muy altos, algunos llegan a los cinco metros de altura, y pueden alcanzar los 200 y 300 años de vida.
El paseo por este bosque árido de Kokerboom bajo un fuerte sol de mediodía nos sorprende con la visión de los dassies que allí habitan. Son pequeños animales que viven entre las rocas, en sus madrigueras, y salen de éstas saltando de roca en roca animados por el radiante sol.
Cerca de este bosque se halla el llamado "Patio del Gigante", ó "Campo de juego del Gigante". Aquí contemplamos enormes formaciones rocosas que son obra de la naturaleza sin intervención de la mano del hombre. Grandes bloques rocosos superpuestos que son los restos de las rocas basálticas que se introdujeron en los sedimentos karoo hace unos 180 millones de años. La erosión posterior ha eliminado los sedimentos y las rocas más débiles dejando al descubierto las rocas más resistentes.
Al día siguiente visitamos el desierto del Kalahari para ver a los bosquimanos que aún viven allí en sus poblados. Estos no se visitan, siendo necesario para ello una autorización basada en una investigación a realizar para obtenerla. A medida que avanzamos con el jeep por el desierto nos inunda la tonalidad rojiza que predomina en él, combinada con distintos arbustos típicos de esta zona y alfombrado con hierbas altas casi albinas. Pájaros, orix, impalas, avestruces, se cruzan ante nuestros ojos.
Dos bosquimanos nos esperan al final del camino. Relatan con su lenguaje a base de "chasquidos" (debidamente traducido por un guía local), cómo vivían y sus costumbres mas ancestrales. Cómo era su forma de cazar, la fabricación de las flechas para la caza de animales con tendones de avestruces, las trampas que utilizaban. Nos enseñan cómo es la vida en el desierto. Dónde viven los escorpiones, cómo cavan hacia adentro en espiral para no ser atrapados por animales depredadores. Dónde viven las termitas. Cómo ponían trampas para avestruces de forma que éstas quedaban atrapadas por el cuello inmovilizadas, siendo utilizada su carne para comida, y su piel para confeccionar sus vestidos. Las plumas se quemaban y servían para ahuyentar a los animales carroñeros. Nada se desperdiciaba.
La escenificación de su relato es muy divertida., enseguida se "hacen" con el grupo. Los bosquimanos son pequeños, fibrosos, y muy fuertes. Las mujeres y los niños se quedan en los poblados mientras los varones dan a conocer de esta forma a su raza y sus tradiciones, a la vez que obtienen un beneficio que les ayuda a mantener su "modus vivendi" ahora que la caza ya no es su forma de vida.
Haciendo un poco de historia, hay que recordar que a principios del siglo XX, pequeños grupos de cazadores recolectores vivían distribuidos por Namibia en armonía con la naturaleza. Hubo un exterminio de ellos a principio de siglo, y los que sobrevivieron fueron en general asimilados por otros grupos culturales, ó desposeídos de sus zonas tradicionales de caza y recolección finales de la década de los años 70 muchos varones fueron reclutados como soldados por la South African Defence Force (SADF), y cuando ésta abandonó Namibia quedaron en situación de indigencia, especialmente los mas jóvenes que no sabían las técnicas de caza y recolección.
Por la tarde del mismo día, vamos hacia el desierto del Namib, hacia las dunas de Sossusvlei, entre ellas la más fotografiada, la Duna 45. Nos alojamos en un campamento para al día siguiente temprano hacer la visita. Nos acompaña una guía "japonesa", que vino hace ocho años a visitar el país y se quedó aquí. Con ella vamos viendo cómo es la vida en esta desierto del Namib. Recorremos un lago formado al pie de las dunas, debido a la abundancia de lluvia que ha habido en el presente año. Esto no ocurre sino una vez cada diez años aproximadamente.
Aquí nacen distintas plantas propias del desierto, alguna de ellas contiene agua que es utilizada para beber por los bosquimanos en tiempo de necesidad y sequía. Una de ellas es originaria de Sudamérica, y llegó a través de las caballerías adaptándose a la vida en el desierto. Nos enseña el nido de una araña dentro de la arena. Vemos madrigueras de jerbos, cuyas huellas aparecen claramente en la arena. También escarabajos y lagartos que se han adaptado a las casi estériles dunas. Comprobamos que hay vida, y mucha, en el desierto.
El paseo por las dunas es alucinante. El colorido es precioso, no hay que olvidar que el Namib es un lugar fascinante. Distintas gamas de marrones y cobrizos se mezclan con el verde de los arbustos y las plantas casi albinas que pueblan el desierto. El desierto está vivo, 300KM de largo y 150 KM de ancho lo atestiguan. Las más antiguas y altas dunas del mundo están aquí. La arena es cálida entre mis dedos. Está caliente, me acaricia.
Desde la cima de una de las dunas el paisaje es magnífico. La luz del sol se filtra dejando distintas tonalidades en ellas. Juego de luces y de sombras. Nos deslizamos descalzos por la arena en la bajada, patinando lenta y suavemente.
Vamos hacia un lago muerto, "Dead Vlei" que nos ofrece distintos paisajes diferentes a los anteriores. al regreso, nuestras huellas en la duna se alternan con pequeñas huellas de los jerbos. Naturaleza y hombre se unen nuevamente en perfecta armonía.
Estas espectaculares dunas de Sossusvlei y el cañón de Sesriem que vemos posteriormente, ponen al descubierto millones de años de historia geológica contrastando fuertemente con las llanuras pedregosas. A unos 4 KM al sur de Sesriem, el río Tsruchab ha excavado un estrecho y profundo cañón en un lecho de conglomerado. Tras las lluvias copiosas de este año, las lagunas del cañón conservan agua durante meses. Sesriem significa 6 correas en "afrikaans", en referencia a la manera en que los primeros exploradores sacaban el agua de las lagunas atando un cubo al extremo de seis correas de bueyes.
La jornada termina con la subida a la duna 45. No es la más alta, pero si una de las mas accesibles desde la carretera. Y desde la cima se ve una panorámica impresionante: el desierto del Namib y las dunas de Sossusvlei están a nuestros pies, sintiéndonos más pequeños ante esta inmensidad.
Swakopmund, es nuestro próximo destino, pasando por Walvis Bay. Es una pequeña localidad de unos 20.000 habitantes, que tiene a un lado la playa y al otro, las dunas. En éstas se pueden hacer diversas actividades deportivas de riesgo como Quads o Snowboard. De camino, cruzamos el Trópico de Capricornio y a lo largo del rió Kuiseb vemos el cañón del mismo nombre. Es un espectacular cañón a unos 165 Km. de Swakopmund. zona salvaje, desértica, cruzada por un laberinto de cursos fluviales secos que desembocan en el río Kuiseb. También atravesamos el paisaje lunar que bordea el valle del río Swakop formado hace millones de años cuando sus miles de afluentes erosionaron blandos depósitos de 450 millones de años de antigüedad. Cerca de aquí existe un promontorio y otras formaciones geológicas, desde el mirador de Carp Cliff, que fue inmortalizado en una novela en la que se cuenta la historia de dos geólogos alemanes que no querían participar en la 2ª guerra mundial, y para evitarlo se refugiaron en estas montañas huyendo al desierto. Aquí, en Carp Cliff, se las arreglaron para sobrevivir cazando, pescando y cultivando vegetales en las orillas del río Kuiseb.
Al llegar a Walvis Blay, el espectáculo de cientos de flamencos nos sorprende en el atardecer. Bonitas casas de color pastel circundan la orilla. Esta localidad costera es la antesala de Swakopmund. En esta ciudad se mezclan, por un lado, los bonitos edificios coloniales (restos y recordatorio de la colonización alemana), como la casa Woermannhaus de 1.905, construida con estilo entramado; la casa Hohenzollernhaus de 1.906 con alto tejado abuhardillado y elaboradas molduras con la estatua del Atlas en lo alto; y el Alte Gefangnis, edificio colonial que albergó la cárcel de la ciudad desde 1906 a 1.991; con la realidad de las barriadas donde la gente de color vive o sobrevive.
En estas barriadas viven Damara y Ovambos, ambas son tribus mayoritarias en Namibia. Hasta hace poco las escuelas eran de dos tipos, para gente blanca y para gente negra. Está situación va cambiando, aunque la situación es igual en la escuela primaria ya en la secundaria existen clases mixtas, solo así se podrá ir caminando hacia la unificación o integración dentro de la escuela, primera vía para lograrla en la sociedad.
Vamos a ver a la jefe de la tribu de los Damara. Es una mujer mayor, vestida con su traje tradicional tocado con pañuelo a la cabeza. Ha sido elegida por un consejo integrado por diez personas como la más adecuada para este cargo. A ella se le consultan las disputas y diferencias existentes entre los miembros de la tribu. Contesta a nuestras preguntas amablemente, vive en una casa sencilla. Está en la zona más habitable de esta barriada. con luz y agua corriente.
Otra zona la conforman las casas de la gente mas desprotegida. Construidas con plásticos y cartones, comparten una toma de agua para cuarenta viviendas, Aquí viven aquellos que han solicitado un crédito al gobierno para poder construir su casa de cemento en la otra zona. Mientras éste es concedido aguardan aquí. Esta tarde no hay escuela, y los niños con acompañan en nuestra visita. Veo gente resignada y organizada dentro de lo que cabe. Visitamos una de las casas y tomamos té en ella. La pintura y la imaginación en la decoración de la misma suple otras deficiencias. Una cena tradicional completa nuestra interesante visita, que dista mucho de las céntricas calles de la ciudad con sus reminiscencias alemanas.

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