Según informa la agencia de noticias Associated Press , éste domingo la policía antidisturbios lanzó botes de gases lacrimógenos y balas de goma contra los manifestantes pro-democracia que llenaban pacíficamente las calles de Katmandú. Estas manifestaciones, que se han extendido por todo Nepal durante los últimos días y que han causado varios muertos en ciudades como Pokhara o Chitwan, exigen al rey Gyanendra la democratización del país.
Este sábado se cumplía el decimosexto aniversario de la introducción de la democracia en Nepal, un experimento que se derrumbó el año pasado cuando el actual rey tomó el control del gobierno, después del asesinato de toda la familia real nepalí. Pese a que el nuevo rey prometió machacar la rebelión maoísta y llevar a cabo elecciones libres en el plazo de tres años, nada de lo prometido ha cumplido e incluso el pasado 1 de febrero realizó un golpe de estado despojando al parlamento de todos sus poderes. El descontento se ha adueñado de la población. A lo que hay que unir su mala situación económica.
El gobierno ha decretado el toque de queda en ciudades como Katmandú, Pokhara, Chitwan y Butwal, pero aún así han continuado las manifestaciones en la última jornada de huelga general iniciada hace cuatro días.
El gobierno asegura que las protestas están auspiciadas por los rebeldes pertenecientes a la guerrilla maoísta, que controla varias zonas rurales, y que quieren instaurar un gobierno comunista en Nepal, pero lo que es cierto que los siete partidos de la oposición apoyan las revueltas y manifestaciones asegurando que la huelga general continuará de forma indefinida.
La dureza de las medidas tomadas por el gobierno nepalí ha sido condenada por Estados Unidos, Japón, la Unión Europea y la vecina India.
La situación es tan grave que muchos analistas aseguran que casi se trata de una guerra civil encubierta ya que las zonas rurales son controladas por los maoístas y las ciudades por las fuerzas gubernamentales. Además, las escasas conversaciones de paz que han tenido lugar nunca han llegado a buen puerto sobretodo por la actitud cada vez más intransigente y despótica del actual rey.
Este sábado se cumplía el decimosexto aniversario de la introducción de la democracia en Nepal, un experimento que se derrumbó el año pasado cuando el actual rey tomó el control del gobierno, después del asesinato de toda la familia real nepalí. Pese a que el nuevo rey prometió machacar la rebelión maoísta y llevar a cabo elecciones libres en el plazo de tres años, nada de lo prometido ha cumplido e incluso el pasado 1 de febrero realizó un golpe de estado despojando al parlamento de todos sus poderes. El descontento se ha adueñado de la población. A lo que hay que unir su mala situación económica.
El gobierno ha decretado el toque de queda en ciudades como Katmandú, Pokhara, Chitwan y Butwal, pero aún así han continuado las manifestaciones en la última jornada de huelga general iniciada hace cuatro días.
El gobierno asegura que las protestas están auspiciadas por los rebeldes pertenecientes a la guerrilla maoísta, que controla varias zonas rurales, y que quieren instaurar un gobierno comunista en Nepal, pero lo que es cierto que los siete partidos de la oposición apoyan las revueltas y manifestaciones asegurando que la huelga general continuará de forma indefinida.
La dureza de las medidas tomadas por el gobierno nepalí ha sido condenada por Estados Unidos, Japón, la Unión Europea y la vecina India.
La situación es tan grave que muchos analistas aseguran que casi se trata de una guerra civil encubierta ya que las zonas rurales son controladas por los maoístas y las ciudades por las fuerzas gubernamentales. Además, las escasas conversaciones de paz que han tenido lugar nunca han llegado a buen puerto sobretodo por la actitud cada vez más intransigente y despótica del actual rey.
Si has podido visitar Nepal a lo largo de la última década habrás observado que la vida de los nepalíes cada vez es más dura. La economía hace aguas y el pesimismo es generalizado. Cada año Katmandú aumenta en varios miles de personas su censo, sobretodo de campesinos arrastrado por la sequía que ha sufrido el país en los últimos tiempos y que malviven en los suburbios de la capital.
Sería una pena que uno de los países más bonitos del mundo y con una gente tan amable y encantadora como los nepalíes viviera algo tan horrible como es una guerra. Esperemos que la situación se solucione de manera pacifica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario