viernes, 7 de abril de 2006

La leyenda de la coca

Nuestro amigo Garifuno, nos manda esta interesante historia sobre la poco conocida hoja de coca y tan utlizada por los pueblos indígenes de América Latina.

Anochecía ya en la caótica y desigual ciudad de la Paz. Nos dirigíamos a buscar un sitio tranquilo para darnos un buen homenaje, en un restaurante típico de la calle Sargánama. Antaño calle de curanderos, visionarios y chamanes que con sus fetos de llama sanaban a los enfermos y curaban el mal de amores a las parejas que acababan de romper.

A mitad de camino, cerca de la iglesia colonial de San Francisco nos encontramos con un mercadillo de libros de viejo así como, para sorpresa nuestra, libros pirateados de autores latinoamericanos: Isabel Allende, García Márquez, y todos los últimos best-sellers.

Encontramos un libro de leyendas bolivianas editado por primera vez en 1922; lo leí detenidamente y me llamaron la atención varias parábolas: La leyenda de la papa, la leyenda de la niña que no conocía la sal, amores y desamores de los incas y especialmente por lo que representa para el mundo occidental LA LEYENDA DE LA COCA”. Más o menos, dice así:

“Cuando los pobres indios acampaban en la dura y fría noche del altiplano, después de trabajar duramente toda la jornada, sacaban un talego de hojas de coca que mascaban durante horas deleitándose con su jugo amargo. Estando mascando esas deliciosas hojas, dentro de ese bienestar en el que se encontraban, intercambiaban impresiones de la jornada laboral así como de sus amos los blancos. Uno de ellos comenzó a contar la leyenda”.

“Escuchad: Fue cuando llegaron los conquistadores blancos. Las batallas de Cajamarca fueron crueles y sangrientas, las ciudades destruidas, los cultivos abandonados y los tesoros arrebatados. Los indios indefensos ante los conquistadores cubiertos con hierro y espadas, invocaban a sus dioses; pero no recibieron respuesta. Un viejo adivino llamado KJANA-CHUYMA logró huir con el tesoro a las orillas del sagrado y maravilloso lago TITICACA, aunque, posteriormente, fue vencido por los invasores blancos.

En su lecho de muerte, pidió un deseo al SOL, dios resplandeciente, para que pudieran resistir la dureza de la esclavitud. Éste, gratamente, le fue concedido.

“He hecho brotar esa plantitas de hojas verdes y ovaladas para tus amigos” dijo el Sol.

Realizarán el milagro de adormecer las penas y fatigas. El jugo será el mejor tónico para las penas. Cuando el blanco quiera hacer lo mismo, tendrá el efecto contrario. El jugo que para vosotros os dará fuerza y vida para vuestros amos será repugnante .Mientras que para vosotros será alimento espiritual, a ellos le causará idiotez y locura".


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