En los últimos años, cada vez más gente está interesada en el conocimiento de la cultura tibetana y sobretodo del budismo practicado por este pueblo. La meta de casi todos ellos es poder visitar el Tíbet y llegar a la mítica Lhasa. Pero la cultura tibetana no sólo lo podemos encontrar en el actual Tíbet ocupado por los chinos desde 1951 y conocido como la Región Autónoma del Tibet, sino también en otros muchos puntos a lo largo y ancho de la cordillera de los Himalayas.
Tíbet, y por extensión la cultura tibetana, representa como ningún otro país, todo lo mítico y misterioso que encierran los valles y pueblos de los Himalayas.
Históricamente, el Tíbet se extendió desde el sur del actual territorio conocido como TAR (Región Autónoma del Tibet) hacia el norte incluyendo zonas como Qinghai, Sichuan y Gansu. Hoy en día, las regiones donde la culturatibetana es predominante ocupan un territorio amplísimo. En el territorio ocupado por China y provincias limítrofes como Yunnan, viven casi 8 millones de tibetanos más o menos integrados o absorbidos por la cultura de la etnia Han, la predominante en China. En Nepal, además de los 15.000 tibetanos exiliados que viven en gran parte en Katmandú, hay zonas como el reino de Mustang, el Dolpo o la región donde vive el famoso pueblo Sherpa que son culturalmente tibetanas. Lo mismo ocurre en India en el antiguo reino de Sikkim y los alrededores de la ciudad de Darjeeling. También en la Cachemira india encontramos Ladakh, conocido como el Pequeño Tibet y el remoto valle de Zangskar. Algo más al sur de Ladakh, en la ciudad de Dharamasala, sede del gobierno tibetano en el exilio y residencia habitual del Dalai Lama, podemos encontrar una buena representación de este pueblo. En el extremo oriental de la cordillera, el reino independiente de Bhután, hasta hace pocos años vetado a los extranjeros, cierra por el este la presencia tibetana. Por último, en la parte de Cachemira perteneciente a Pakistán, al lado del Karakorum y en el valle de Skardu, que da acceso al famoso glaciar del Baltoro y a picos míticos como el K2, se encuentra una pequeña región de cultura tibetana, pero mayoritariamente musulmana, llamada Baltistán con la ciudad de Skardu como capital.
Sin embargo, y debido a la inmensidad de este enorme territorio de más de 2.500.000 millones de kilómetros cuadrados y a su bajísima densidad de población, las diferencias entre las distintas comunidades, pese a mantener unas características comunes, pueden ser importantes, incluso existen diferencias entre los habitantes de ciudades como Lhasa, Shigatse o Gyantse, con demasiada presencia china, y aquellos que viven en al campo que siguen mucho más las tradiciones milenarias de este pueblo. Veamos a continuación como llegar a una de estas comunidades, quizas la más curiosa de todas...
Tíbet, y por extensión la cultura tibetana, representa como ningún otro país, todo lo mítico y misterioso que encierran los valles y pueblos de los Himalayas.
Históricamente, el Tíbet se extendió desde el sur del actual territorio conocido como TAR (Región Autónoma del Tibet) hacia el norte incluyendo zonas como Qinghai, Sichuan y Gansu. Hoy en día, las regiones donde la culturatibetana es predominante ocupan un territorio amplísimo. En el territorio ocupado por China y provincias limítrofes como Yunnan, viven casi 8 millones de tibetanos más o menos integrados o absorbidos por la cultura de la etnia Han, la predominante en China. En Nepal, además de los 15.000 tibetanos exiliados que viven en gran parte en Katmandú, hay zonas como el reino de Mustang, el Dolpo o la región donde vive el famoso pueblo Sherpa que son culturalmente tibetanas. Lo mismo ocurre en India en el antiguo reino de Sikkim y los alrededores de la ciudad de Darjeeling. También en la Cachemira india encontramos Ladakh, conocido como el Pequeño Tibet y el remoto valle de Zangskar. Algo más al sur de Ladakh, en la ciudad de Dharamasala, sede del gobierno tibetano en el exilio y residencia habitual del Dalai Lama, podemos encontrar una buena representación de este pueblo. En el extremo oriental de la cordillera, el reino independiente de Bhután, hasta hace pocos años vetado a los extranjeros, cierra por el este la presencia tibetana. Por último, en la parte de Cachemira perteneciente a Pakistán, al lado del Karakorum y en el valle de Skardu, que da acceso al famoso glaciar del Baltoro y a picos míticos como el K2, se encuentra una pequeña región de cultura tibetana, pero mayoritariamente musulmana, llamada Baltistán con la ciudad de Skardu como capital.
Sin embargo, y debido a la inmensidad de este enorme territorio de más de 2.500.000 millones de kilómetros cuadrados y a su bajísima densidad de población, las diferencias entre las distintas comunidades, pese a mantener unas características comunes, pueden ser importantes, incluso existen diferencias entre los habitantes de ciudades como Lhasa, Shigatse o Gyantse, con demasiada presencia china, y aquellos que viven en al campo que siguen mucho más las tradiciones milenarias de este pueblo. Veamos a continuación como llegar a una de estas comunidades, quizas la más curiosa de todas...
Tibetanos musulmanes
En Cachemira, repartida entre Pakistán e India existen varios pueblos de origen tibetano.
Hasta 1948 formaron una provincia llamada Ladakh Wazarat que comprendía entre otras,
las zonas centrales de Ladakh y de Zanskar. Desde entonces, la parte controlada por India,
es el Ladahk y la parte paquistaní recibe el nombre de Baltistán. Skardu, capital de Baltistán
era la capital de invierno, mientras que Leh, capital de Ladakh se convirtió en la capital
del verano. El pueblo Balti es uno de los que habitan esta zona y llegó hasta aquí cuando tomó el control de la zona el rey tibetano Songtsen Gampo en el siglo VII. Con el tiempo y con la llegada del budismo se empezaron a construir monasterios o Gompas y estupas o chörtens y los lamas desempeñaron un papel cada vez más importante. Todo se mantuvo igual hasta que en el siglo XVIII el principe Gyalbu Rinchen se convirtió al islamismo. Curiosamente, esto dio lugar, con el paso de los años, a constituir un pueblo de origen y rasgos tibetanos pero con creencias musulmanas.
Hoy en día los pueblos de Baltistán son producto de la mezcla de varias étnias.
Además de los originarios de Tíbet, están los oriundos de la zona de Cachemira, los selyúcidas
árabes, sufistas persas y turcos de origen uigur venidos de Asia Central. También se
encuentran pequeñas comunidades de sunitas, de budistas y de seguidores de la antigua
religión Bön. Otro pueblo de origen tibetano son los Burig o Purik, que podmeos encontrar en
el sur de Baltistán. Viven en aldeas a gran altura y dependen del deshielo de los glaciares
para regar sus campos de cebada, trigo o mijo. Además de la agricultura también tienen
ganado sobretodo una mezcla entre vaca y yak que recibe el nombre de podzó.
La influencia tibetana puede verse en su arquitectura, incluso las mezquitas más
antiguas tienen una curiosa mezcla entre el estilo iraní y tibetano. Desgraciadamente apenas
queda nada en pie de la época pre-islámica ya que se destruyó a la llegada del islam.
Todo esto unido a sus costumbres, danzas, vestimenta, escritura, un paisaje espectacular y
varias cumbres por encima de los 8000 metros, hacen de ésta una zona muy interesante
para visitar.
En Cachemira, repartida entre Pakistán e India existen varios pueblos de origen tibetano.
Hasta 1948 formaron una provincia llamada Ladakh Wazarat que comprendía entre otras,
las zonas centrales de Ladakh y de Zanskar. Desde entonces, la parte controlada por India,
es el Ladahk y la parte paquistaní recibe el nombre de Baltistán. Skardu, capital de Baltistán
era la capital de invierno, mientras que Leh, capital de Ladakh se convirtió en la capital
del verano. El pueblo Balti es uno de los que habitan esta zona y llegó hasta aquí cuando tomó el control de la zona el rey tibetano Songtsen Gampo en el siglo VII. Con el tiempo y con la llegada del budismo se empezaron a construir monasterios o Gompas y estupas o chörtens y los lamas desempeñaron un papel cada vez más importante. Todo se mantuvo igual hasta que en el siglo XVIII el principe Gyalbu Rinchen se convirtió al islamismo. Curiosamente, esto dio lugar, con el paso de los años, a constituir un pueblo de origen y rasgos tibetanos pero con creencias musulmanas.
Hoy en día los pueblos de Baltistán son producto de la mezcla de varias étnias.
Además de los originarios de Tíbet, están los oriundos de la zona de Cachemira, los selyúcidas
árabes, sufistas persas y turcos de origen uigur venidos de Asia Central. También se
encuentran pequeñas comunidades de sunitas, de budistas y de seguidores de la antigua
religión Bön. Otro pueblo de origen tibetano son los Burig o Purik, que podmeos encontrar en
el sur de Baltistán. Viven en aldeas a gran altura y dependen del deshielo de los glaciares
para regar sus campos de cebada, trigo o mijo. Además de la agricultura también tienen
ganado sobretodo una mezcla entre vaca y yak que recibe el nombre de podzó.
La influencia tibetana puede verse en su arquitectura, incluso las mezquitas más
antiguas tienen una curiosa mezcla entre el estilo iraní y tibetano. Desgraciadamente apenas
queda nada en pie de la época pre-islámica ya que se destruyó a la llegada del islam.
Todo esto unido a sus costumbres, danzas, vestimenta, escritura, un paisaje espectacular y
varias cumbres por encima de los 8000 metros, hacen de ésta una zona muy interesante
para visitar.
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