Durante los meses de julio, agosto, septiembre y octubre tienen lugar en la isla de Sulawesi, concretamente en la tierra de los Toraja, Tana Toraja, unas curiosas ceremonias fúnebres.
Los Toraja habitan la isla de Sulawesi, antiguas Célebes en Indonesia y cuando fallecen tienen dos entierros. Uno, cuando la persona muere, es intimo, sólo asisten los más allegados y una vez termina, el cadáver se conserva en la casa hasta que se celebra el segundo entierro. Este tiene lugar cuando la familia ha ahorrado lo suficiente para la celebración, dura varios días y suele celebrarse entre los meses de julio y octubre que es cuando los parientes pueden desplazarse para asistir al entierro ya que son las vacaciones de los niños. Podíamos decir que estos meses son la “época de entierros”.
Para los Toraja este segundo entierro es una celebración de la vida del difunto. En esta celebración se sacrifican cerdos y sobretodo búfalos que son degollados limpiamente con un machete. Cuantos más se sacrifiquen mayores posibilidades tendrá el muerto de llegar al cielo de los Toraja. Luego el búfalo es despedazado y se asa al fuego acompañado de tuak, o vino de palma, y arroz. Todo esto en un ambiente de alegría y celebración, nada de lagrimas ni caras tristes.
Posteriormente el ataúd con el muerto es paseado por la aldea y está siempre acompañado por un tau-tau, que es la efigie en madera del difunto. Después de este paseo, el cadáver es conducido a una cueva colgada de un risco cuanto más alto mejor, y así más cerca estará del cielo. En algunos casos, y debido a los pocos recursos del difunto se le entierra sin ataúd, dejándolo simplemente en los huecos del risco a la vista de todo el mundo. A los niños se les suele enterrar en el tronco de un gran árbol para que así siga creciendo a través de él.
A sus difuentos sus familiares les llevan, en vez de flores como aquí, cosas que pueden emplear en su nueva vida como tabaco, los kreteks de la conocida marca del país Gudang Garam o dinero.
Pagando un pequeña cantidad los turistas pueden asistir a estos entierros en alguna de las aldeas tradicionales, como Kete o Palawa, cuyas casas tienen forma de casco de barco, o visitar centenarias tumbas excavadas en la roca en Lemo, Londa o Kambira.
Los Toraja habitan la isla de Sulawesi, antiguas Célebes en Indonesia y cuando fallecen tienen dos entierros. Uno, cuando la persona muere, es intimo, sólo asisten los más allegados y una vez termina, el cadáver se conserva en la casa hasta que se celebra el segundo entierro. Este tiene lugar cuando la familia ha ahorrado lo suficiente para la celebración, dura varios días y suele celebrarse entre los meses de julio y octubre que es cuando los parientes pueden desplazarse para asistir al entierro ya que son las vacaciones de los niños. Podíamos decir que estos meses son la “época de entierros”.
Para los Toraja este segundo entierro es una celebración de la vida del difunto. En esta celebración se sacrifican cerdos y sobretodo búfalos que son degollados limpiamente con un machete. Cuantos más se sacrifiquen mayores posibilidades tendrá el muerto de llegar al cielo de los Toraja. Luego el búfalo es despedazado y se asa al fuego acompañado de tuak, o vino de palma, y arroz. Todo esto en un ambiente de alegría y celebración, nada de lagrimas ni caras tristes.
Posteriormente el ataúd con el muerto es paseado por la aldea y está siempre acompañado por un tau-tau, que es la efigie en madera del difunto. Después de este paseo, el cadáver es conducido a una cueva colgada de un risco cuanto más alto mejor, y así más cerca estará del cielo. En algunos casos, y debido a los pocos recursos del difunto se le entierra sin ataúd, dejándolo simplemente en los huecos del risco a la vista de todo el mundo. A los niños se les suele enterrar en el tronco de un gran árbol para que así siga creciendo a través de él.
A sus difuentos sus familiares les llevan, en vez de flores como aquí, cosas que pueden emplear en su nueva vida como tabaco, los kreteks de la conocida marca del país Gudang Garam o dinero.
Pagando un pequeña cantidad los turistas pueden asistir a estos entierros en alguna de las aldeas tradicionales, como Kete o Palawa, cuyas casas tienen forma de casco de barco, o visitar centenarias tumbas excavadas en la roca en Lemo, Londa o Kambira.
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